lunes, 26 de diciembre de 2016

La vida de Adèle

La Vida de Adèle es una película francesa protagonizada por las actrices Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux del año 2013 y creada a partir de la novela gráfica escrita por Julie Maroh que nos cuenta la historia de amor entre dos mujeres además de los problemas que tiene una de ellas por esto mismo. Por lo tanto, es una película muy recomendada entre personas del movimiento LGTB porque parece que es visibiliza a una gran parte del colectivo pero está claro que no se dan cuenta (o no les importan) los errores garrafales que tiene y fomenta este largometraje.

Primero de todo, cuando la veamos lo primero que nos llamará la atención es la hipersexualización que sufren los personajes femeninos a lo largo de toda la película. Además, cuando busquemos por qué ocurre esto (creyendo que es por algo ajeno a la simple intención de ganar más ventas) nos daremos cuenta que el director es eso, un HOMBRE. ¿Una película de mujeres sáficas que tiene de protagonistas a dos actrices heterosexuales y hecha desde el punto de vista de un hombre que al parecer las cosifica para ganar más fama y dinero? No es para nada impresionante en un sistema heteropatriarcal.
Según esto que acabo de decir, no nos impresionaremos cuando aparezcan en pantalla las escenas sexuales tan duras y totalmente preparadas (no hablando de forma buena) entre las protagonistas Adèle y Emma. Podría decirse que es una película que tira hacia la pornografía, y así no se le puede dar una buena visibilización a las bisexuales y lesbianas. ¿Por qué? Porque en una sociedad entera que nos sexualiza por ser mujeres sáficas esta película más que ayudar, sigue perpetuando una idea misógina.

Además de esto, las actrices Adèle y Léa cuentan que las condiciones en las que trabajaron  eran deplorables por culpa del director Abdellatif Kechiche. Según sus declaraciones, era violento con ellas y, en resumen, muy autoritario. Les obligó a hacer la misma escena de sexo durante diez días enteros hasta que quedara lo más erótico posible e incluso les pedía que hicieran cosas tanto sexuales como no (encima de forma violenta e irrespetuosa) con las que ellas no se sentían para nada cómodas. Relatan que para ellas fue una experiencia traumática y que, claramente, nunca volverían a trabajar con él.
(Tal vez alguien venga diciéndome que cuando fueron a la alfombra roja con el director, hubo muchos besos, abrazos, lágrimas cálidas y acogedoras… Todo mentira; estaban actuando para no levantar ningún tipo de rumor ni sospecha. Ellas contaron toda la verdad en una entrevista que se les hizo después de eso)

No poco, la autora de la novela gráfica en la que se basa esta película, Julie Maroh, también habló contra la adaptación de su novela ‘El azul es un color cálido’: Se quejó de que la protagonizaran, como ya he dicho, dos mujeres heterosexuales, que nadie le hubiera consultado nada y asimismo criticó el hecho que fuera dirigida desde el prisma masculino privilegiado. También de que la obra fuera vitoreada por los críticos masculinos puesto que algo pasaba para que al opresor le encantara algo creado para y por la reivindicación LGTB y feminista.

Salvo en algunas secuencias, me pareció un escaparate brutal y quirúrgico, exuberante y frío de supuesto sexo entre lesbianas que se convirtió en porno y me hizo sentir mal de inmediato". Fragmento de lo que dijo Maroh acerca de este metraje. 
Ella creía que alguien les estaba enseñando a las chicas posturas sexuales sacadas de porno lésbico y que no estaba siendo para nada algo cálido y cómodo como ella retrataba en su novela.
Igualmente, aún sabiendo todo esto, la película fue un éxito total tanto en Estados Unidos como en Francia puesto que han sido cosas muy fuertes a las que no se les ha dado la importancia y crítica necesaria. El directo, por supuesto, se aferró (y seguramente siga haciendo) a sus privilegios masculinos y heterosexuales para no hacerse ningún tipo de autocrítica aún habiendo recibido amenazas de denuncia por parte de Léa Seydoux.

Si tenéis algo más que sea importante y se me haya escapado, ¡no dudéis en decírmelo!


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